martes, 16 de febrero de 2016

The Swapper


The Swapper (Facepalm Games, 2013) es un juego indie de plataformas y puzles. Dicho así habrá quien no pueda evitar pensar que el mercado está saturado de ellos, pero el juego sobresale por encima de muchos otros gracias a su ambientación espacial y sobre todo por su historia.

La mecánica es muy simple, disponemos de un aparato que con un botón nos permite crear clones, que se moverán exactamente igual a nosotros (hasta un máximo de 4), y con otro botón podremos permutar nuestra mente con uno de esos clones. Esta última acción es fundamental sobre todo porque sólo podremos conseguir los orbes que se esconden tras cada puzle si los tocamos con el avatar que tiene el control (es decir, un clon no puede obtenerlo).

El resto de elementos que añaden dificultad a los puzles están presentes casi desde el primer momento. Básicamente son placas de presión que hay que activar para abrir camino o interactuar de alguna manera con el escenario; y varias luces de colores: las azules impiden generar un clon en ellas, las rojas impiden el paso al rayo permutador y las magenta impiden ambas cosas. También hay algunos otros elementos, como cajas que se pueden mover, unos canales que fuerzan el movimiento y zonas que cambian el sentido de la gravedad. 

A partir de ahí, todo es echarle imaginación para conseguir resolverlos, llegando al mencionado orbe que nos permitirá abrir nuevas zonas del juego. Los puzles se concentran en habitaciones estancas con un reseteador de clones al inicio de las mismas, lo que facilita bastante el necesario toma y daca de prueba y error para comprobar nuestras teorías. He de decir que la mayor parte del juego me pareció bastante fácil y siempre iba esperando que llegase un verdadero reto. Por eso cuando llegué a las últimas zonas (sobre todo el asteroide) no pude hacer otra cosa que quitarme el sombrero; recordando además la brutal simpleza que impera en todo el juego a pesar de su aparente complejidad.

Uno de los puzles que me resultaron más complicados.
Desde el primer momento en que lo probé, The Swapper me sorprendió. Me esperaba un juego bastante vacío, con algunos puzles ingeniosos pero poco más que ofrecer. Sin embargo, el juego no tarda en alertar al jugador de que algo más profundo se esconde bajo su estructura. La protagonista llega a la estación espacial de investigación Theseus que se encuentra abandonada y, al tiempo que trata de salir de allí, irá recopilando mensajes de ordenador y todo la información posible para tratar de entender qué ha sucedido allí.

Con ecos bastante obvios de Solaris (Stanisław Lem, 1961), el título nos introduce en una historia de ciencia ficción interesante y con una visión muy crítica y reflexiva, con tintes bastante filosóficos. No tardamos en descubrir que en Theseus estaban investigando una forma de vida desconocida, con forma de roca, y que desde el primer contacto tuvieron serios problemas de comunicación.

En el aspecto audiovisual The Swapper funciona a la perfección. La banda sonora no destaca en ningún momento, pero no porque no sea buena, sino porque trata de mantenerse calma y ambiental para no acaparar la atención del jugador. Y gráficamente es bastante sencillo, pero la mayoría de las zonas consiguen un toque muy vívido gracias al hecho de que todo el arte está realizado con arcilla.

Para aquellos a quienes les gusten los juegos de ingenio como a mí tal vez al principio también se sientan un poco defraudados por la baja dificultad, pero los últimos puzles compensan, al tiempo que reconoces cómo están jugando con tus percepciones. Y para los amantes de la narrativa hay una pequeña joya de ciencia ficción envuelta por (e inextricable de) las mecánicas del juego.  

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